Amenazado por una nueva moción de censura, como la que hizo caer en diciembre a su predecesor en el cargo, Michel Barnier, el jefe de Gobierno aceptó abrir la puerta del debate y los cambios en temas como la reforma de la jubilación, la proporcionalidad de curules en las legislativas y la inmigración.
En cuanto a la reforma, Bayrou anunció la puesta en revisión de la polémica norma en vigor desde el 2023, un reclamo de la izquierda y en particular del Partido Socialista, que aceptó negociar con el primer ministro sobre el proyecto de Presupuesto para el año en curso.
De acuerdo con el mandatario, no existe tabú alguno en la discusión propuesta, incluso en torno a la edad de retiro a 64 años, antes de la iniciativa estaba en 62, la cuestión más candente de la reforma.
Al respecto, señaló su intención de solicitar al Tribunal de Cuentas la misión de aportar dentro de varias semanas “cifras indiscutibles” sobre la financiación del sistema de la jubilación.
De igual manera, informó la creación de una delegación permanente con los actores sociales, la cual en tres meses a partir del reporte del Tribunal de Cuentas, realizará propuestas en sintonía con las necesidades planteadas.
Bayrou también abordó en su discurso de Política General en el hemiciclo el objetivo de impulsar en su gestión una política de control y regulación de la inmigración, un guiño al partido de extrema derecha Agrupación Nacional (RN).
Para el jefe de Matignon resulta clave convencer a los socialistas y a RN de que no se sumen a la moción de censura que La Francia Insumisa promoverá, la única fuerza que ha adelantado que buscará derribar al gobierno.
El mes pasado, Barnier dimitió tras la censura en la Asamblea Nacional votada por la izquierda y la extrema derecha.
En su intervención ante los diputados, Bayrou reconoció el complejo escenario político imperante, con varios bloques en la cámara baja con la capacidad de combinarse para apoyar o rechazar iniciativas.
Asimismo, admitió la urgencia de sanear las finanzas públicas, frente a una deuda superior al seis por ciento del Producto Interno Bruto.
Francia nunca ha estado tan endeudada, situación que tildó de espada de Damocles y por la que atribuyó responsabilidad a los diversos partidos que han ocupado el poder en las últimas décadas.
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