Tras esta etapa de familiarización con el terreno, estarán listos para apoyar las acciones de la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad (MMAS) en esta capital, donde más del 85 por ciento está en manos de las bandas armadas.
Los militares de la nación centroamericana arribaron el 3 y 4 de enero por el aeropuerto internacional de Puerto Príncipe.
Ese aeródromo está inutilizable desde que los bandidos acribillaron a tres aviones comerciales de compañías aéreas de Estados Unidos, motivo por el cual nadie entra ni sale desde hace varias semanas por eso punto.
Los militares se unirán a la MMAS, una iniciativa respaldada por Washington y la Organización de Naciones Unidas que trabaja con la Policía Nacional de Haití para pacificar la nación antillana.
El contingente está comandado por Kenya, que prometió que de noviembre a diciembre enviaría 600 efectivos, pero nunca ocurrió así, y según el gobierno del país africano cumplirán con su palabra en el primer mes del año.
Otros países -recordaron emisoras radiales- hicieron el compromiso de involucrarse en la lucha antipandillas, pero luego de ocho meses, sus uniformados no están presentes en la llamada Perla de las Antillas.
Recientemente fue noticia en los medios locales y foráneos que soldados de Kenya amenazaron con regresar a su tierra natal, porque le deben meses de salario, y las condiciones de vida y de logística para combatir a los maleantes no son las mejores.
La Cancillería de Bahamas, nación que debió mandar a 150 efectivos y solo envió a seis, orientó a sus hombres que de ver peligro para sus vidas hicieran sus maletas y sin pedirle permiso a nadie regresaran a casa.
Las pandillas responsabilizaron a Francia, Estados Unidos y Canadá de la desgracia que vive Haití, y esas potencias serán las culpables de un baño de sangre en el país, donde los efectivos de la MMAS llevarán su parte y tendrán que marcharse.
En algunos poblados donde fueron los miembros de la MMAS fueron acusados de cobardes por la población, y los delincuentes expresaron su disgusto porque los soldados extranjeros no se bajan de los blindados para entrar en los callejones a establecer un combate frontal a modo de guerrilla urbana.
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