En la capitalina Biblioteca Nacional Luis Cardoza y Aragón, el embajador cubano, Nazario Fernández, subrayó que para muchas personas en el mundo, y especialmente su patria, el Apóstol trasciende las fronteras del tiempo.
Su legado de humanismo y amor tiene plena vigencia, y es un referente necesario para afrontar los desafíos del planeta en este momento, remarcó el jefe diplomático en un concurrido salón engalanado con pinturas diversas dedicadas al prócer.
Martí representa la idea del bien y la confianza en que su ejemplar existencia al servicio de los demás, es el mejor camino para que los pueblos logren en su diversidad, con valores universales de justicia y paz, que un mundo mejor sea posible, expresó Fernández.
Aún en los momentos más sufridos, como los actuales, en los cuales una élite minoritaria, pero poderosa, pretende decidir la suerte de la inmensa mayoría de la humanidad, afirmó en la emotiva actividad.
Martí amó profundamente a su patria, y a nuestra América irredenta, en la que confluye la sangre de nuestros ancestros, mezclada con la de africanos, europeos y asiáticos, que hacen un mosaico cultural de extraordinaria riqueza, amplió.
Este es patrimonio de nuestra identidad y motivo de unidad, frente al hegemonismo de los poderosos que pretenden someternos, aseveró el embajador.
Enfatizó que en Martí se inspiran los cubanos de bien para hacer frente al brutal bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el gobierno de Estados Unidos, que por 63 años provoca grandes afectaciones al pueblo caribeño.
No respetan el clamor de la comunidad internacional que, por trigésima segunda ocasión aprobó el pasado 30 de octubre la resolución que exige el cese de esa medida unilateral, señaló el jefe de la legación diplomática de Cuba en la tierra del quetzal.
Ténganse la certeza de que Cuba vencerá y que seguirá su propio camino para su desarrollo con valentía, inteligencia y dignidad, sin dejar de ser solidarios con otros pueblos del mundo, resaltó Fernández.
La presidenta de la Asociación Cultural José Martí en Guatemala, Ana Cintrón de Palma, describió a Martí en un panorama más bien de la región, con su ensayo Nuestra América, escrito en 1891, una obra que calificó de referente.
El intelectual cubano Lázaro Valdespino abundó, por su parte, en la obra del escritor, pensador y político cubano, mientras el cierre estuvo a cargo de la arpista Nora Kiej, quien interpretó entre otras bellas melodías, la Guantanamera.
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