En el día en que los cubanos conmemoramos el 172 aniversario del más universal de los hijos de esta isla, la conexión del Apóstol con esta tierra resplandece una vez más.
El matrimonio de Martí con la camagüeyana Carmen Zayas Bazán es un claro ejemplo de ello, especialmente tras el nacimiento de su primogénito, José Francisco, en 1878, justo en una calle del Centro Histórico de esta ciudad.
El periodista Eduardo Labrada señala que resulta curioso que Martí nunca estuviera físicamente en Camagüey; no obstante, su unión con la ciudad es indudable a través de sus amores.
En declaraciones a Prensa Latina, Labrada enfatiza que, además de su hijo, “este es un lugar que admiró, incluso al hablar de Ignacio Agramonte, aquel ‘diamante con alma de beso’”.
Así, José Francisco se convirtió en un símbolo de veneración y un constante imán para esta ciudad. Un claro testimonio de esto es su libro Ismaelillo, escrito en Venezuela en 1881, donde expresa: “Hijo espantado de todo, me refugio en ti”.
Más allá de su unión con Zayas Bazán y el legado biológico de ese amor, el profundo sentimiento patriótico hacia la ciudad se manifiesta cuando en 1895 se prepara para la fase final de la guerra contra España.
El investigador añade que Martí representa la importancia de esta tierra, “por lo que es imposible olvidar la figura de nuestro Héroe en un día como hoy”.
En una de las regiones más significativas para la formación de la nacionalidad cubana, José Martí se erige hoy como la figura más sagrada de la cultura del país, siendo faro y guía en la esencia de la construcción de nuestra sociedad.
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