viernes 21 de febrero de 2025
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Béisbol cubano: con la leña mojada

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La Habana, 30 ene (Prensa Latina) La actuación de los Leñadores de Las Tunas en la primera edición de la Serie de las Américas de béisbol es un reflejo de la crisis que vive hoy el béisbol cubano desde hace algunos años.

Por Boris Luis Cabrera.

La llamada Pesadilla Oriental, con apenas dos triunfos, uno de ellos contra aficionados argentinos que se costearon ellos mismos los gastos para asistir al evento, y cuatro derrotas, dos por la vía de la misericordia, es una prueba dolorosa del retroceso de nuestro deporte nacional.

Los atletas y su cuerpo de dirección, blanco de críticas por su pobre desempeño en todos los departamentos de juego, son en realidad los que menos culpas tienen en este declive, al salir de nuestras fronteras llevando el béisbol en sus manos como una paloma muerta.

Hubo un tiempo en que Cuba era una potencia indiscutible. Desde la época dorada de los campeonatos mundiales amateur hasta los triunfos olímpicos, la isla se ganó el respeto y la admiración del mundo.

La camiseta de las cuatro letras imponía respeto, y aunque nuestros jugadores siguen siendo considerados entre los mejores del planeta por las huellas que dejan en otras ligas profesionales, no sucede así con aquellos que salen a defenderla en torneos internacionales.

Hoy la realidad es muy diferente. Nuestro país ocupa el décimo puesto en el ranking mundial y viene de ubicarse en un penúltimo lugar en el Premier 12, una posición impensable hace solo dos décadas.

La salida masiva de talentos hacia ligas extranjeras, la falta de incentivos para los jugadores del patio y el estancamiento en la estructura del béisbol nacional, han convertido a nuestro sagrado pasatiempo en una sombra de lo que fue.

Para Cuba, el béisbol es más que un juego: es parte de su identidad cultural, una pasión que unía generaciones y que siempre fue motivo de un orgullo nacional, que ahora se está convirtiendo en nostalgia y frustración.

Ver a un equipo cubano caer en dos ocasiones por fuera de combate en un torneo regional abre otra herida profunda en todos los cubanos y el alarido es un reclamo de cambios profundos.

Es imperativo revitalizar la pelota cubana. Se necesita una liga nacional más competitiva, que motive a los jugadores, les brinde oportunidades reales de desarrollo y modernice su formación.

Cuba no puede resignarse a ser un actor secundario en un deporte que lleva en la sangre con semejante carga histórica, aun pese a enfrentar los obstáculos y consecuencias emanados de un cruel bloqueo económico.

El béisbol aún late en los corazones de millones de cubanos, pero si no se actúa pronto, la decadencia será irreversible y solo quedará el eco de lo que una vez fuimos.

Los Leñadores tuneros salieron a la grama de los estadios nicaragüenses con las herramientas que disponían, en representación de una liga con menor nivel que la gran mayoría de todas sus homólogas, aunque duela reconocerlo.

La poca leña que pudieron cortar está mojada hace varios lustros y así, nunca podrá arder otra vez aquel fuego donde calentábamos nuestras pasiones y veíamos arder las aspiraciones de nuestros contrarios.

jha/jcm/blc

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