En la 64 edición de este suceso anual, Patrimonio Cultural Intangible de la Nación desde el 2011, los organizadores esperan unos 80 mil participantes locales y foráneos con la finalidad de venerar al Cristo Negro.

Una de las cuestiones más llamativas, de acuerdo con la convocatoria, es la creatividad, porque muchos de quienes forman parte del recorrido utilizan disfraces: trajes de personajes de caricaturas, películas, superhéroes, máscaras y otros.

Durante la presentación del tradicional evento, el llamado Zorro Mayor, Eddy Villadeleón, instó a los pilotos (conductores) a respetar las normas de tránsito, usar casco protector y manejar con precaución, en aras de de garantizar un viaje seguro.

“Muchos van por primera vez a este viaje y regresan con toda la ilusión de seguir con nosotros. He visto personas que me acompañan, crecen sus hijos y ahora van los hijos y los nietos. Esto ha sido una evolución familiar”, destacó.

Agradeció, en nombre de los miles de motociclistas peregrinos, la intervención de cada una de las instituciones como los Bomberos Voluntarios, Cruz Roja, uniformados y la Procuraduría General de la Nación.

La Policía Nacional Civil determinó disponer un contingente de aproximadamente 400 elementos de las diferentes unidades, mientras intervendrá también personal del Ejército de Guatemala.

Durante el camino por la carretera al Atlántico se hallarán puestos de control y asistencia para resguardar a los viajeros, según la Dirección General de Protección y Seguridad Vial.

El alcalde de Esquipulas, Carlos Portillo, afirmó que la ciudad se encuentra completamente preparada para recibir a los visitantes y que tomaron las medidas correspondientes para mantener el orden.

Subrayó la prohibición de venta de bebidas alcohólicas durante todo el fin de semana. “Queremos que sea un ambiente familiar y seguro”, remarcó el jefe edil.

La capital centroamericana de la fe recibirá a los moticiclistas con una misa especial y estos apasionados, como tantas veces, realizarán alguna petición especial y/o darán las gracias a Dios.

La primera peregrinación de este tipo partió en febrero de 1961, cuando Rubén Villadeleón, apodado como Zorro y padre del actual coordinador del grupo, reunió a seis amigos para emprender un viaje hasta aquel lugar.

Con el paso del tiempo crece la expectativa por relacionarse con el fenómeno, uno de los elementos culturales más arraigados en el país.

Los fondos recaudados con la venta de pulóveres se destinarán nuevamente a equipar escuelas necesitadas, lo cual fortalece la dimensión solidaria de la Caravana.

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