María Antonieta Jiménez, Historiadora de la cuarta villa, en declaraciones a Prensa Latina, aseguró que a mediados del siglo XIX la falta de mano de obra esclava, con la prohibición de la trata de negros, estimuló la inmigración china a la Mayor de las Antillas.
Explicó que en ese periodo ganó interés la producción azucarera y en 1859 la jurisdicción contaba con 41 ingenios, de ellos 18 con máquinas de vapor. Al paso de tres años esa población convertida en sumisión superaba los 220, según cifra de la localidad. El auge de los chinos contratados, llamados culíes, en predios espirituanos, fue dado por el desarrollo de las pequeñas fábricas de azúcar las cuales contaban con máquinas de vapor, más modernas para su proceder industrial.
Comenta la destacada intelectual que una vez que las riquezas aumentaban entre los hacendados azucareros, se hizo necesario la compra de nuevas manos de obras de culíes y de yucatecos, superando entre ambos el millar de braceros.
La prensa espirituana, en especial el Fénix, incluía en sus páginas anuncios sobre compra y venta de emigrados llegados a estos lares desde los puertos de Matanza y otros amarraderos del occidente cubano.
Se ofertaba por un chino mil 200 pesos, mientras por un africano corpulento y joven apenas 30 ó 40 pesos. Sobre el mayor pago por un asiático los expertos estiman que estaba dado por ser más disciplinados, resistentes y obedientes a las órdenes de los amos.
Los chinos que también sufrieron de la explotación y el fuerte trabajo en los campos, los llevó a padecer de enfermedades respiratorias combinadas con la desnutrición dejando un alto número de muertes, motivando deserciones y fugas.
El siglo XX reportó nuevas llegadas de orientales que van a ofrecer su conocimiento en la red comercial, aun cuando muchos se asociaban a grupos dedicados a la producción de verduras en los limites de la villa fundada por los españoles en 1514.
Según documento de la época en el Registro Mercantil está asentada la primera bodega: la cual se describe como pequeño local, a una cuadra del centro de la ciudad, muy pulcro, ordenado y buena atención del dueño
Sancti Spíritus a inicios del siglo XIX contaba con 25 establecimientos gastronómicos, tintorerías, bodegas, quincallas y tiendas de ropa, cuyos nombres estaba relacionado con sus lugares de origen: Cantón, República China, Joven China, Gran China, El Asiático y La Cantonesa.
Afirma la historiadora conocida por Ñeñeca que 1847 arribaron a La Habana los primeros chinos, los cuales fueron trasladados a los ingenios de esa zona, iniciándose así otro de los más inhumanos pasajes de la historia, tan cruel y despiadado como la trata de esclavos, puntualizó.
Aun cuando no existe un registro de tierras espirituanas, del centro de Cuba, capitalistas ingleses comenzaron a sacar enormes lotes de chinos para llevarlos a trabajar al Caribe como esclavos, encubiertos con el falso registro de contratados.
Algunos historiadores estiman que esto respondía a la evasión de los cautivos negros, mientras los asiáticos eran hábiles en las labores agrícolas por lo que decidieron probar suerte en la contratación de culíes chinos.
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