Previo a esta autorización, McFall ingresó en 2022 a la reserva de la agencia europea siendo también pionero en hacerlo y para lo cual tuvo que pasar un estudio de viabilidad titulado “Fly!”, cuyo objetivo era analizar la posibilidad de enviar personas con condiciones similares a las del deportista.
El análisis midió diferentes aspectos, como la capacitación de los astronautas, las operaciones de la nave espacial, los aspectos médicos y el apoyo a la tripulación.
De acuerdo con declaraciones del gerente del estudio “Fly!”, Jerome Reineix, uno de los principales desafíos no fue técnico, sino cultural.
“La dificultad que enfrentamos no fue realmente técnica, sino más bien sobre las mentalidades. Ya existe una idea preconcebida de lo que una persona con discapacidad física puede lograr, y eso fue algo que hemos tenido que demostrar una y otra vez”, aseveró.
Por su parte, Daniel Neuenschwander, director de exploración humana y robótica de la ESA, aseveró que McFall ahora es un astronauta “como cualquier otro” que desea volar hacia la ISS, y se encuentra a la espera de una asignación de misión.
La autorización no le garantiza un puesto inmediato en una misión; pero sí lo mantiene en la lista de los astronautas que van incluyendo.
McFall, es medallista de bronce en los Juegos Paralímpicos de Pekín 2008 y cirujano ortopédico y con respecto a su logro para futuras misiones espaciales declaró su rechazo al título de “paraastronauta”.
“No soy un para-cirujano, soy un cirujano. No soy un para-padre, soy un padre», puntualizó al periódico británico ‘The Guardian’.
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