El segundo día de un paro de 48 horas en Cusco se caracterizó por concurridas marchas pacíficas que enarbolaron la demanda social de que se culmine la construcción de un gasoducto para que el gas del yacimiento de Camisea, ubicado en esa región, abastezca a la población cusqueña y otras regiones sureñas.

La protesta paralizó el transporte, los comercios, los centros de estudio y otras actividades y el gobierno regional se sumó a la demanda que plantea dejar atrás la paradoja de que Cusco y regiones cercanas pagan el gas más caro de Latinoamérica.

La Federación de Trabajadores de Cusco exigió un compromiso formal, por escrito, para el inicio, el 3 de abril, de un diálogo entre representantes de las organizaciones sociales cusqueñas y del gobierno central.

La demanda incluye la construcción de una planta de fraccionamiento -que separa el gas natural de otros ingredientes de lo extraído del subsuelo- que suministre el combustible mediante el gasoducto cuya construcción se detuvo en la década pasada.

Por otra parte, la Confederación General de Trabajadores (CGTP) y otras organizaciones recorrieron el centro de Lima y llegaron a las cercanías del Palacio de Gobierno, tras lo cual una delegación fue recibida por el viceministro de Gobernanza, Juan Haro.

El subsecretario general de la CGTP, Gustavo Minaya, informó que la delegación expresó la grave preocupación de los trabajadores por los despidos colectivos de personal, usados para descabezar a las dirigencias sindicales, práctica que, además, busca disuadir a los operarios de sumarse a sus sindicatos.

El dirigente acusó al ministro de Trabajo, Daniel Maurate, de ser cómplice de esos despidos y de no presionar a las empresas a negociar con sus empleados sobre mejoras salariales y de condiciones de trabajo.

La movilización manifestó el repudio sindical a un proyecto oficial de reforma laboral que, en opinión del movimiento sindical, afecta los intereses de los trabajadoreS y solo beneficia a los empresarios.

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