Señaló que la presión del aumento del turismo en la Antártida, sobre todo de personas con gran poder adquisitivo, preocupa a las partes del Tratado Antártico y las organizaciones no gubernamentales (ONG) que trabajan por la conservación de uno de los últimos espacios naturales, vírgenes y vulnerables.
Roura señala, además, que tras la pandemia de la Covid-19 se aprecia un ascenso del número de turistas que llega de octubre a marzo a la Antártida, alcanzando los 124 mil visitantes en 2024, cifra que podría aumentar en los próximos años.
La ASOC, con sede en la capital estadounidense, es una alianza de organizaciones ONG ambientales, fundada en 1978, que trabaja para proteger la Antártida y el Océano Austral.
El auge del turismo fue uno de los temas que se trataron en la 46 reunión consultiva del Tratado Antártico celebrada en India en mayo de 2024, en la que representantes de más de 56 países plantearon la gestión sostenible de dicho territorio, los impactos de la actividad humana y la crisis climática sobre el continente blanco.
La Antártida es un continente sin propietarios, según establece el Tratado Antártico de 1959, que designa al mismo como un territorio dedicado a la paz y la ciencia, donde no se permite la exploración de recursos naturales, recuerda Roura.
Pese a ello, el experto añade, que el tratado está bajo presión, porque hay miembros con visiones muy definidas sobre ciertos temas.
El turismo tiene una trayectoria creciente impresionante y muy rápida que continúa mutando y expandiéndose, dijo.
Y reseñó la existencias de nuevas formas de llegar, nuevos medios de transporte o nuevas actividades que se realizan y, si bien hay ciertos requisitos para los operadores turísticos, no se limitan de forma importante las actividades, los espacios donde ir o cómo hacer ciertas cosas.
mem/rfc