lunes 24 de marzo de 2025
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Una ofrenda natural en violeta

París, 22 mar (Prensa Latina) La lavanda acompaña a los humanos desde los tiempos del Antiguo Egipto o el Imperio romano, pero desde el siglo XIX esta versátil planta mediterránea constituye un orgullo de la Provenza, región histórica de Francia.

Visitar los campos de este género de las lamiáceas durante el verano, en su plena floración, representa un regalo para los ojos, una suerte de ofrenda violeta de la naturaleza, cuya relevancia va mucho más allá de lo meramente paisajístico.

En la Provenza existen varias rutas que permiten extasiarse con el florecimiento de la lavanda, con paradas en pequeños pueblos de calles empedradas e iglesias con mucha historia, paseos que invitan a seguir el curso del río Drome, dejarse dominar por el Monte Ventoso, recorrer los territorios del Luberón y del País de Buch o conquistar la meseta de Valensole.

Respecto a los ámbitos de aplicación de este regalo de la Madre Tierra, resaltan la medicina, la decoración, la gastronomía y los cosméticos, gracias a su increíble aroma y a las propiedades extraordinarias de sus aceites esenciales.

Se trata de ecosistemas frágiles, de una parte, mientras que de la otra destaca la necesidad de perpetuar el saber hacer acumulado con el paso del tiempo, tanto en los procesos de destilación como en su conversión en productos de gran demanda.

Ante tal panorama, los departamentos de Drôme, Alpes de Alta Provenza y Vaucluse promueven su inclusión en la lista de Patrimonio de la Humanidad, regida por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

“La lavanda constituye un elemento clave para la perfumería, no la concebimos sin ella, de ahí que su salvaguarda como patrimonio mundial sea muy importante para nosotros”, comentó a Cuarta Pared Thierry Wasser, maestro perfumero de la prestigiosa casa francesa Guerlain, una de las más antiguas del planeta.

Su colega, Serge Majoullier, experto del grupo Mane, abordó además la relevancia de proteger a la mágica planta, en aras de que el saber hacer relacionado con sus productos se preserve para las próximas generaciones.

La inclusión en el registro de la Unesco también aportaría en el aspecto cultural, el manejo sostenible de los hermosos campos teñidos de violeta, la eficiencia de los procesos tecnológicos y el estímulo a la innovación, abundó el especialista a cargo de la identificación de nuevos productos para la perfumería.

El camino para la inscripción no es sencillo y demanda la elaboración de un expediente bien argumentado, aunque Francia acumula una larga experiencia en estos trámites, con más de 50 bienes registrados por el ente multilateral.

(Tomado de Cuarta Pared, suplemento cultural de Orbe)

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