Esta pequeña urbe, de apenas 50 000 habitantes, es “una obra maestra de la dedicación y la inventiva, en la cual los edificios fueron proyectados para encajar en el diseño general de la estructura urbana”, reconoció la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Unesco, al considerar en 1995 a su centro histórico como Patrimonio de la Humanidad.
Pese al paso de las épocas, Siena conserva importantes rasgos medievales y mantiene su aspecto gótico, con un centro histórico delimitado por antiguos bastiones, construidos entre los siglos XII y XVI, que siguen los contornos de las tres colinas sobre las que se construyó la ciudad.
Esas alturas están conectadas por tres grandes calles que se cruzan en forma de Y en un valle, donde se encuentra la famosa Plaza del Campo, conocida mundialmente por su belleza e integridad arquitectónica, con su majestuoso Palacio Público y la Capilla de la Virgen, de estilo gótico tardío, construida al finalizar la terrible epidemia de la peste negra en 1348.
Se alza allí además la Torre Mangia, sede de los gobiernos de la ciudad desde los últimos años del siglo XIII hasta la actualidad.
Entre sus lugares más emblemáticos sobresalen también el Santuario de Santa Caterina, situado en la Costa de San Antonio, y el Complejo del Duomo, en el que se ubica la Catedral de Siena, uno de los más claros ejemplos del estilo románico y gótico.
En el interior de sus murallas fortificadas, de siete kilómetros de longitud, sobreviven centenares de casas torre, palacios, estructuras religiosas que conservan sus funciones originales como la Basílica de San Doménico, y destacan asimismo algunas espléndidas fuentes, la red viaria y espacios verdes de extraordinaria belleza.
(Tomado de Orbe)