El estudio, difundido hoy por la UOC, apunta a que las personas se sienten obligadas a hacerlo todo deprisa y mal, con listas interminables de tareas.
Esta situación puede generar frustración y, en el peor de los casos, tiene consecuencias significativas para el cerebro, la salud y las relaciones.
Datos recientes de la Unión General de Trabajadores (UGT) de España, indicaron que el estrés laboral y la presión de tiempo son factores clave en el aumento de las bajas por problemas de salud mental.
En 2023, se registraron más de 600 mil bajas laborales por trastornos mentales en España, un 17 por ciento más que durante el año anterior.
El estrés laboral es el más prevalente en España, pero el financiero y el personal también afectan a la salud mental, según el Ministerio de Sanidad.
Francesc Núñez, profesor de los Estudios de Artes y Humanidades de la UOC, comentó «la vida en las sociedades contemporáneas se ha acelerado», lo que significa que la cantidad de acciones por unidad de tiempo ha aumentado».
Aunque los avances tecnológicos prometían ahorrar tiempo, en muchos casos han tenido el efecto contrario, acotó.
El analista significó que si bien la tecnología racionalizó procesos como la producción, la comunicación y el transporte, el tiempo parece volverse más escaso.
Un ejemplo es el correo electrónico, que prometía agilizar la gestión y organización del trabajo, pero que hoy ocupa más tiempo que antes.
La vida cotidiana se ha llenado de trámites y regulaciones: la necesidad de comprar billetes, rellenar formularios y pedir citas en línea consume gran parte del tiempo. La sobrecarga de información impide procesarla adecuadamente, recalcó el sociólogo.
De acuerdo con el profesor Núñez, a pesar de la aparente facilidad para establecer relaciones sociales o contactos a través de la comunicación electrónica, aumenta la sensación de soledad, hasta tal punto que la población afectada puede necesitar apoyo institucional.
Por su parte, Diego Emilia Redolar, profesor de Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, ofreció una perspectiva neurocientífica sobre el impacto de la presión del tiempo.
La constante presión del tiempo, especialmente cuando se combina con una percepción de falta de control, afecta a tres regiones cerebrales clave: la amígdala, la corteza prefrontal y el hipocampo.
«Cuando tenemos esa percepción de falta de control debido a la constante presión del tiempo, se libera cortisol. Ese cortisol está presente en nuestro cuerpo durante más tiempo del que debería, y actúa en el ámbito cerebral», explicó Redolar.
La amígdala, encargada del procesamiento emocional, se vuelve hiperactiva bajo la presión constante del tiempo, lo que puede desencadenar ansiedad. Este estado se ve agravado porque el estrés aumenta las excrecencias dendríticas de sus neuronas, que potencian su actividad y elevan el riesgo de respuestas ansiosas, completó.
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