Un manifiesto leído por el secretario general de la FNC, Marcial Gómez, describió la situación de impunidad y abandono de la agricultura por parte del Estado y reseñó al Congreso Nacional como un “aparato de creación de leyes contra el pueblo, convertido en una agencia de empleo para los políticos”.
La proclama expuso también injusticias sociales como los feminicidios, el embarazo infantil, la precariedad laboral, aumento de empleo informal, atropello a pueblos indígenas, deficiente transporte público, inseguridad latente y aumento de los precios de la canasta básica.
Se refirieron al latifundio como el principal obstáculo para el desarrollo del país, criticaron la concentración del 85 por ciento de las tierras en apenas el 2,5 por ciento de propietarios, lo cual significa que unas 300 mil familias no tienen acceso a ella y ratificaron la decisión de seguir luchando por una reforma.
Ante miles de labriegos concentrados en una de las principales plazas de Asunción, Gomez concluyó que “siempre la lucha por la tierra será patriótica, una lucha nacional. Por eso decimos: sin reforma agraria, no habrá paz”.
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