En su alerta epidemiológica, la Organización Panamericana de la Salud / Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS) comunicó que en 2025 se han detectado brotes en Guyana, Islas Vírgenes de los Estados Unidos, México, Trinidad y Tobago, y Perú.
Se trata de una infección común a nivel global, especialmente en niños, aunque también puede afectar a adolescentes y ocasionalmente a adultos.
En la mayoría de los casos, la enfermedad es leve y se resuelve en forma espontánea.
Sus síntomas incluyen fiebre breve y con erupciones papulovesiculares en las palmas de las manos y de los pies, con o sin múltiples úlceras bucales dolorosas.
También puede afectar los glúteos, las rodillas o los codos, especialmente en niños pequeños y lactantes.
Las lesiones cutáneas cicatrizan espontáneamente sin dejar cicatriz, y suelen persistir entre tres a cinco días tras el inicio de la enfermedad.
Los expertos destacan que las epidemias recientes de este mal han demostrado que la infección causada por enterovirus A71, a diferencia de la causada por otros enterovirus, podría estar asociada con complicaciones del sistema nervioso central (SNC), incluyendo meningitis aséptica, encefalitis y parálisis flácida aguda.
Según lo informado por la Asociación Estadounidense de Salud Pública, los niños con afectación del SNC (encefalitis y parálisis flácida aguda), en particular los de cinco años o menos, corren el riesgo de presentar disfunción cardíaca aguda grave, en ocasiones mortal, y edema pulmonar.
Los signos de alarma de la afectación del SNC y las complicaciones sistémicas incluyen fiebre persistente durante más de 48 horas, temperatura corporal superior a 39°C, vómitos recurrentes, irritabilidad inexplicable, letargo, mioclonías, debilidad focal en las extremidades, ataxia troncal, nistagmo, signos de dificultad respiratoria y moteado de la piel.
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