“Es un programa integral (…) No es un asunto de ‘si tú me pones tarifas, yo te pongo tarifas’. Nuestro interés es el fortalecimiento de la economía mexicana, entre otras, de la industria automotriz”, aseveró ayer antes de los anuncios sobre aranceles por parte del mandatario estadounidense, Donald Trump.
“Nosotros tenemos un plan de fortalecimiento de la economía en cualquiera de las circunstancias”, expuso la dignataria en otro momento de su intervención, al reiterar que se trata del Plan México, y “ahora lo vamos a fortalecer más”.
Este miércoles, Trump anunció la aplicación de las denominadas tarifas recíprocas a decenas de naciones, pero no las estableció para Canadá y México, los socios de Estados Unidos en el acuerdo comercial de Norteamérica (T-MEC), contra el que sí arremetió en su discurso.
Según precisó posteriormente la Casa Blanca, las mercancías de este país latinoamericano cubiertas por el T-MEC, a través del cual fluye la mayor parte del comercio entre ambos países, continúan libres de aranceles.
El 12 de marzo Estados Unidos estableció tarifas del 25 por ciento para todas las importaciones de acero y aluminio, y la semana pasada anunció las correspondientes a automóviles y autopartes, aunque en este último caso existen especificidades para México.
De acuerdo con lo divulgado por las autoridades norteñas, los importadores bajo el T-MEC solo pagarán el gravamen por el contenido no estadounidense, y las piezas que cumplan con el acuerdo permanecerán, de momento, sin aranceles.
Incluso antes de tomar posesión del cargo, Trump amenazó con aplicar tarifas en el caso de México bajo el pretexto de que este país “no hacía lo suficiente” en ámbitos como el combate al tráfico de drogas, especialmente el fentanilo.
Sin embargo, datos de las propias instituciones estadounidenses, como la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, le han quitado la razón al señalar una disminución tanto en el flujo de migrantes, otro de los temas neurálgicos para Washington, como en la entrada de sustancias ilícitas.
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