Además, el seísmo de magnitud 7,7 en la escala de Richter que sacudió el país del sudeste asiático, junto con Tailandia, dejó millones de personas necesitadas de ayuda urgente.
Guterres dijo a la prensa que los movimientos telúricos han «sobrecargado el sufrimiento» de los habitantes de esa nación .
«Myanmar es hoy el escenario de la más absoluta devastación y desesperación»», afirmó el secretario general.
Subrayó que, incluso antes de la catástrofe, el país se enfrentaba a la agitación política, las violaciones de los derechos humanos y el empeoramiento de la situación humanitaria.
Según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA), más de 17 millones de personas se han visto afectadas por los terremotos, de las cuales casi nueve millones experimentan el mayor nivel de devastación.
Más de 370 personas permanecen desaparecidas, mientras que otras miles están heridas al tiempo que los sistemas de telecomunicaciones, electricidad y suministro de agua se han colapsado en las regiones más afectadas.
Todos ello ha dejado a los supervivientes sin artículos de primera necesidad y a los trabajadores humanitarios con dificultades para llegar hasta ellos.
El acceso por carretera entre Yangón y el centro de Myanmar requiere desvíos, lo que retrasa la entrega de ayuda, mientras que los vuelos comerciales a Mandalay siguen suspendidos, agregó la OCHA.
«Las zonas más afectadas siguen sin electricidad ni agua, mientras que las telecomunicaciones y el acceso a Internet están gravemente interrumpidos, lo que impide a las comunidades afectadas acceder a servicios esenciales», señala.
lam/otf