La decisión de imponer un impuesto del 24 por ciento a las importaciones de Japón es vista como un duro golpe a la economía de esta nación, muy dependiente de sus exportaciones a Estados Unidos y con un gran número de compañías invirtiendo en ese país.
A su vez, la administración Trump aplicará un arancel adicional del 25 por ciento a las importaciones de automóviles de Japón, un sector económico clave.
Los fabricantes nipones de vehículos están conscientes del impacto negativo de la medida, pues una buena parte de la producción fue destinada en los últimos años al mercado norteamericano.
Según Ishiba, las empresas automotrices japonesas han hecho inversiones directas en Estados Unidos por aproximadamente 418 millones de dólares y creado dos millones 300 mil empleos.
Hace unas semanas, Trump impuso un nuevo arancel del 25 por ciento a los automóviles fabricados fuera de Estados Unidos, por lo que la tasa para los vehículos importados de Japón se suma a los gravámenes ya vigentes.
El mandatario solicitó a sus ministros adoptar todas las medidas necesarias, incluido el apoyo financiero, con tal de proteger a las empresas y a sus empleados ante los efectos de los aranceles.
De igual manera, se mantuvo abierto a tratar de negociar con el gobierno de los Estados Unidos, de una manera tranquila, pese a no haber recibido respuestas de ese Ejecutivo respecto a la solicitud de una excepción de los impuestos.
npg/msm