Durante su intervención en el 28 período de sesiones de la Comisión de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo de la ONU en la capital suiza, el representante cubano explicó que en la nación caribeña se fortalece la influencia de la ciencia en las políticas públicas, robusteciendo el papel del conocimiento en su evaluación.
“A nivel nacional se han identificado las principales prioridades de la Ciencia, Tecnología e Innovación, colocando en el centro de atención los temas de producción de alimentos, donde la agroecología crece en importancia, y la transformación de la matriz energética del país, con énfasis en las energías renovables”, aseveró Rodríguez.
Destacó que en Cuba, como en muchos países en desarrollo, existe mucho conocimiento potencialmente útil, muchas veces fuera de los mecanismos científicos tradicionales e institucionales, que no se utiliza.
“Por ello es que estamos orientando la política pública de Ciencia, Tecnología e Innovación para que incluya la innovación social, inclusiva y transformativa, con impacto en los entornos locales, incluso comunitarios, generando procesos de innovación en ámbitos como la producción de alimentos, salud, vivienda, energía y otros.
En este sentido, el país cuenta con un Sistema de Gestión de Programas y Proyectos con cerca de dos mil proyectos que operan en los niveles nacional, sectorial y territorial.
Rodríguez se refirió también a los negativos efectos del bloqueo que se mantiene como eje central de la política de los Estados Unidos hacia Cuba, “con consecuencias redobladas a partir de la decisión de la actual administración de endurecer las férreas medidas de guerra económica contra el país”.
Estas disposiciones se han reforzado aún más con la arbitraria permanencia de Cuba en la lista unilateral del Departamento de Estado de países supuestamente patrocinadores del terrorismo. Se trata de una designación sin fundamento, autoridad o respaldo internacional alguno, indicó el viceministro.
Sin embargo, dijo, la nación avanza y trabaja en conectar “vigorosamente la ciencia al desarrollo, lo cual exige avanzar hacia modelos más inter y transdisciplinarios y articular mejor las prácticas científicas a las políticas públicas».
Dicho empeño, aseguró, requiere transformar los criterios de evaluación, incorporando las consecuencias económicas, sociales y medio ambientales de los desarrollos científicos y tecnológicos, mejorar la comunicación con la población e incentivar la proyección cultural de la ciencia.
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