Decenas de jóvenes que portaban banderas de Venezuela tomaron la Plaza Isabel la Católica, en el centro de La Paz, y expresaron su solidaridad con la Revolución Bolivariana al tiempo que condenaron la deportación de esos migrantes solo por su nacionalidad.
Pacíficamente, al compás de una batucada con redoblante, bombo y el instrumento folklórico de viento boliviano conocido como tarka, los activistas avanzaron por la avenida Arce y llegaron hasta frente a la embajada norteamericana, donde denunciaron la medida como ilegal y violatoria de los derechos humanos más elementales.
Los oradores antifascistas coincidieron en que este tipo de represalias ordenadas por el presidente Donald Trump son parte de una política de acoso y ataques contra Venezuela.
Exigieron los movilizados el cese de este tipo de represalias, mientras coreaban la consigna: “ser migrantes no es un delito, es un derecho».
La nueva protesta frente a la embajada de Estados Unidos es la segunda que protagonizan los antifascistas bolivianos tras otra realizada el 25 de marzo último en la cual los movilizados expresaron su apoyo al Gobierno de Venezuela y a 238 migrantes de esa nacionalidad deportados desde Estados Unidos hacia El Salvador.
En esa ocasión, alrededor de 100 agentes antimotines trataron de impedir el acceso a decenas de activistas que enarbolaban banderas venezolanas y coreaban la consigna: “¡Respeto a los migrantes, no son delincuentes!”, en presencia de Prensa Latina.
Tal situación provocó una confrontación, que fue saldada en la acera opuesta a la sede diplomática en la paceña avenida Arce, después que la exministra de Salud (2006-2008, 2010-2012) Nila Heredia se dirigió a los miembros del cuerpo armado.
Logró hacer escuchar su voz en medio de gritos de reproche de los manifestantes, e insistió en que se trataba de una marcha pacífica solidaria con los venezolanos y con todos los latinoamericanos, cuyos derechos humanos son violados por la administración de Donald Trump en complicidad con la de su par salvadoreño, Nayib Bukele.
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