En los minutos previos al encuentro por la Copa Libertadores entre el local Colo Colo y Fortaleza, de Brasil, un grupo de las llamadas barras bravas intentó ingresar por la fuerza al recinto sin contar con el boleto correspondiente.
Como consecuencia se produjo un enfrentamiento con las fuerzas de seguridad, durante el cual perdieron la vida una mujer de 18 años y un adolescente de 13.
Aunque en un inicio se dijo que ambos murieron aplastados por la estampida, relatos de testigos señalaron que fue un zorrillo (vehículo de carabineros utilizado para lanzar gases lacrimógenos) el que los atropelló.
Antes de empezar este viernes una reunión con su gabinete, Boric dijo que independientemente de las circunstancias, uno trata de ponerse en el lugar de las familias, pues perder a un hijo y una hija es terrible.
Como gobierno, señaló, nos corresponde asegurar que se hagan valer todas las responsabilidades y reiteró que anoche mismo le pidió la renuncia a la encargada del programa Estadio Seguro, Pamela Venegas.
“No podemos dejar que la violencia se tome el fútbol, esto no se puede normalizar y por lo tanto hay que trabajar con más ahínco, más fuerza”, expresó el jefe del Palacio de La Moneda.
Declaró el presidente que el fútbol, y los deportes en general, deben ser motivo de unión e hizo un llamado a todos a ser más responsables para que los incidentes de anoche no vuelvan a suceder.
Informó, asimismo, que el recién creado Ministerio de Seguridad Pública y la cartera del Interior trabajarán para garantizar la tranquilidad en los estadios, de tal manera que las familias puedan estar allí en paz.
Además de los hechos de violencia ocurridos fuera de la instalación, cuando transcurría el minuto 76 del partido, miembros de las llamadas barras bravas destruyeron una barda e invadieron el terreno de juego, lo cual obligó a suspender el compromiso.
Estos lamentables actos traspasaron las fronteras del país y son objeto de críticas en medios de prensa internacionales, así como de funcionarios vinculados con este deporte.
El Colo Colo, parte de cuyos aficionados tienen un largo historial de violencia, arriesga un fuerte castigo de la Federación Sudamericana de Fútbol e, incluso, podría ser expulsado de la actual versión de la Copa Libertadores.
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