Por Fausto Triana
Será el 29 de abril cuando por fin se lea su discurso en la sede de la RAE en Madrid, donde no faltarán los homenajes a unas de las figuras más ilustres de la literatura española. Y por supuesto, le cantará Joan Manuel Serrat.
Para estar a la altura del acontecimiento, el reconocido actor José Sacristán será el encargado de leer el discurso inacabado de Machado (de 1931), quien por razones políticas de la época y otros asuntos no esclarecidos, no pudo asumir su sillón en la RAE.
La contestación, que lleva nada menos que un texto de José Martínez Ruiz (Azorín), recaerá en el académico y dramaturgo Juan Mayorga.
Según informó la institución, la ceremonia incluirá palabras de Alfonso Guerra, comisario de la exposición ‘Los Machado. Retrato de familia’, dedicada a Manuel y Antonio Machado, una muestra que ya pasó por Sevilla y Burgos, y que ahora se instala en Madrid.
Coincide con el 150 aniversario del nacimiento de los dos hermanos, nacidos en 1874 y 1875 respectivamente. Y como curiosidad, Manuel Machado sí llegó a ingresar en la RAE en 1938 y leyó su discurso intitulado ‘Unos versos, un alma y una época’.
Un acto simbólico, de fuerte significación, en el que Serrat interpretará canciones con poemas de Antonio Machado que son parte indisoluble de melodías emblemáticas del pentagrama hispanoparlante.
Su célebre Cantares, himno en defensa del escritor y una canción de mucho simbolismo, será uno de los momentos exquisitos de la velada, para rendir tributo “a uno de los grandes poetas de nuestra historia, de los más profundos y más conocidos también”, dijo en declaraciones a medios locales del presidente de la RAE, Santiago Muñoz Machado.
La propia RAE detalló en su sitio web que Machado no tomó posesión del sillón V, que había dejado vacante Miguel Echegaray, «debido a las circunstancias políticas de aquellos años, aunque pudo haber otros condicionantes.
El texto de Machado estuvo acompañado por sus comentarios en una carta a Unamuno, en la cual reconoció que «es un honor al cual no aspiré nunca; casi me atreveré a decir que aspiré a no tenerlo nunca, pero Dios da pañuelo a quien no tiene narices».
Los resquemores del poeta sevillano se hacían patentes en el discurso que terminó publicándose en la Revista Hispánica Moderna (Nueva York, XV, 1949).
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