En su primer fin de semana, la muestra abre espacio a la mayor colección privada de antigüedades romanas del planeta, perteneciente a la Casa Torlonia, que acumuló durante el siglo XIX invaluables esculturas, gracias a la labor de los nobles Giovanni Torlonia y su hijo Alessandro, primer y segundo príncipe de Civitella Cesi, respectivamente.
Figuras de mármol esculpidas por los griegos y los romanos antes de Cristo y en los primeros siglos de Nuestra Era atraen la atención de turistas de todo el mundo, en la primera exposición fuera de Italia en décadas de obras como “La cabra descansando (Il Coprone)”, la cual recibe a los visitantes en un presagio de la espectacular aventura que vivirán.
Giovanni comenzó a dar forma a su vasta colección en 1800, con la adquisición de obras atesoradas por el escultor Bartolomeo Cavaceppi y de la familia Giustiniani, enriquecida por hallazgos de excavaciones posteriores.
El Louvre cuenta que el heredero Alessandro continuó la cruzada artística de su padre con la compra en 1886 de Villa Albani y sus antigüedades.
La estatua de la diosa Hygieia, encontrada en el Circo Majenciano, a orillas de la Vía Apia; sarcófagos hallados durante excavaciones impulsadas por el primer príncipe Torlonia y figuras humanas, tanto rostros como de cuerpo completo, integran la muestra, que podrá apreciarse en el museo más famoso y visitado del mundo hasta noviembre.
Una de las joyas de la exposición de arqueología romana y griega en París es “La vasija Albani”, descubierta en 1762 en la Vía Apia, objeto que pasó de la colección Albani a la Torlonia.
Varias de las obras presentadas por el Louvre reflejan la tendencia del imperio romano de copiar esculturas griegas creadas a partir del siglo tres antes de Cristo.
Las reproducciones se convirtieron en la especialidad de talleres de renombre de la época, por lo que los resultados fueron en muchos casos espectaculares, como las estatuas del emperador Hadrien y del dios Eros, exhibidas aquí.
El ambiente para disfrutar los tesoros de la colección Torlonia no puede ser mejor, por el remozamiento en los últimos dos años de las decoraciones de los apartamentos de verano de Ana de Austria, madre del rey Luis XIV, diseñados por el arquitecto Louis Le Vau entre 1655 y 1658.
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