El chef acudió a todos sus recursos para adjudicarse el prestigioso galardón, apoyado en su alegación de haberse mantenido cocinando durante 802 horas y 25 minutos, que, a la postre, resultó una bazofia mal guisada, como demostraría el paso de las horas.
En rueda de prensa el maestro aseguró que el titánico esfuerzo le tomó casi un mes e incluso presentó un certificado que, aseguró, fue emitido por Guinness World Records (GWR), la entidad que incluye esfuerzos sobresalientes en los anales históricos, error que resultó más grave que echarle demasiada agua a la sopa.
La salsa en realidad comenzó a agriarse cuando GWR salió a la palestra pública para negar la afirmación de Smith y asegurar que el certificado es tan falso como un asado de gato presentado como liebre.
Las tribulaciones del chef continuaron cuando fue arrestado por la Policía acusado por sus patrocinadores, un emporio comercial capitalino, de esconderles el supuesto certificado, ingrediente principal del bodrio elaborado por el chef.
Durante las pocas que permaneció tras las rejas, Smith rehusó alimentarse con el rancho de la prisión capitalina, que calificó de indigerible.
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