La Fundación para el Desarrollo de Centroamérica (Fudecen) tras una mirada a los efectos de las sequías, los sismos y las inundaciones por tormentas o huracanes, reveló la seriedad del problema y el gran desafío que representa para el gobierno, en estas condiciones, encaminar el desarrollo económico.
Precisó la pesquisa que todas las investigaciones económicas concluyen que los modelos económicos implementados aquí no fueron suficientes para corregir las grandes deficiencias y llevar bienestar a la población, en lo que influyó la crisis climática.
En las valoraciones elaboradas con la colaboración del Colegio de Profesionales en Ciencias Económicas (Colproce), la Red de Ambientalistas Comunitarios de El Salvador (RACDES) y el Centro para la Defensa del Consumidor (CDC), Fudecen señala que el modelo de desarrollo económico local está sumergido en siete trampas.
En opinión de Óscar Cabrera, presidente de Fudecen y expresidente del Banco Central de Reserva (BCR), el país implementó el modelo de neoliberalismo radical y diversificación de las exportaciones entre 1990 y 2009, lo cual implicó una apertura comercial y financiera, así como la privatización de empresas públicas, la banca, el sistema de pensiones y la dolarización.
De 2010 a 2019 cambió a lo que es identificado como “neoliberalismo mitigado”, con transformaciones productivas y sociales.
Precia la pesquisa que en ambos períodos, los indicadores económicos quedaron rezagados. En el primero, la inversión apenas representó un 4.4 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), mientras que en el segundo bajó a 3.5.
Frente a estos indicadores, la inversión para reponer las pérdidas en infraestructura promedió un 19.2 por ciento del PIB, en especial porque el clima con sus efectos ocupa cerca del 16 por ciento en lo que gasta en reparaciones.
El Salvador es el que más pérdidas tuvo en Centroamérica. “Este es un indicador de alta vulnerabilidad y los niveles de inversión son bajos y no logran reponer estas pérdidas. Esto es otra de las variables que inhiben el crecimiento económico”, señaló Cabrera.
Según previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI), la inversión en El Salvador se sostendrá en un 20.5 por ciento entre 2024 y 2029, y con esos números no se logrará reponer las pérdidas de infraestructura derivadas de los desastres, o lo que es lo mismo, el clima y sus efectos continuarán consumiendo parte de la economía salvadoreña.
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