Dichas estructuras se encuentran en Sado, donde estuvieron trabajadores forzados surcoreanos.
Se cree que las minas comenzaron a explotarse en el siglo XII y que permanecieron en actividad hasta después de la Segunda Guerra Mundial.
Durante la colonización japonesa de la Península de Corea (1910-1945), miles de coreanos fueron obligados a trabajar en ellas.
Japón pidió la inclusión en la lista del patrimonio mundial por a su larga historia y su legado de la época preindustrial.
Surcorea se opuso inicialmente a la propuesta aunque finalmente la aceptó. La Oorganización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) confirmó este sábado en la reunión de su comité en Nueva Delhi, India, la inscripción de las minas en dicha clasificación.
El ministerio de Relaciones Exteriores de Corea del Sur declaró que había aceptado la inscripción siempre que Japón implemente fielmente la recomendación de reflejar la historia completa del sitio de la mina de oro de Sado y tomar medidas con este fin’.
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