El 1 de agosto de 1967, Alicia asumió la piel de la famosa cigarrera en una coreografía de Alberto Alonso, pieza que en poco tiempo se convirtió en un referente en los escenarios internacionales.
Tal vez, la mezcla de esencias españolas, latinas y africanas presentes en muchas bailarinas cubanas le han permitido –como también lo hizo la prima ballerina assoluta– comprender el espíritu de ese ballet, basado en la novela homónima del francés Prosper Mérimée y llevada también a la ópera y al teatro.
La historia inspiró al cubano Alberto Alonso, quien realizó una de las versiones más conocidas en la danza.
Aunque él creó esa pieza para la bailarina rusa Maya Plisétskaya, poco tiempo después de su debut mundial en Moscú, el 1 de agosto de 1967, Alicia asumió el rol en La Habana y le imprimió al personaje de la irreverente cigarrera un sello que la distingue hasta la actualidad.
A finales de julio, el Ballet Nacional de Cuba llevó Carmen al escenario del Teatro Popular Melico Salazar, en Costa Rica, y volvió a conquistar al público y a la crítica especializada con esa famosa danza.
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