Por Michel Dalí, enviado especial
El escenario será más tradicional, el Stade de France, y la parte artística se resumirá en 45 minutos, al margen del ceremonial de entrega de la bandera olímpica a la próxima sede de la cita cuadrienal bajo los cinco aros, Los Angeles 2028.
En esta oportunidad no se vislumbran controversias, como las que desató en la apertura un pasaje de La última cena, el antológico cuadro de Leonardo Da Vinci, recreado por drago queens y miembros de la comunidad LGTBI, que ofendió al cristianismo.
El acto de despedida de las lides parisinas se llamará Récords y contará con la participación de más de un centenar de artistas. A todas luces, Tom Cruise será uno de los protagonistas y probablemente Beyoncé será el rostro principal en el lanzamiento de Los Angeles 2028.
Alrededor de un centenar de acróbatas, bailarines y expertos en escenas circenses, formarán parte de un espectáculo que propondrá un viaje inmersivo en el tiempo, desde los origenes de los Juegos en un mundo distópico que deberá reinventarse. Entre las novedades, estarán los grupos franceses Phoenix y Air para adornar un evento en el cual imaginariamente desaparecerían los Juegos Olímpicos y se proyectará un nuevo diseño liderado por un renovado Pierre de Coubertin, el padre de las justas modernas de este rango.
La ceremonia terminará con la entrega de la bandera olímpica por parte de Anne Hidalgo a Karen Bass, las respectivas alcaldesas de Paris y Los Angeles.
Para subrayar simbólicamente el momento de la transmisión de mando, un actor estadounidense, probablemente Cruise, interpretará un despliegue de cascadas en las calles parisinas camino a Los Angeles.
El éxito de los Juegos Olímpicos en la capital gala se sustenta en el acercamiento de las instalaciones deportivas a lugares emblemáticos de la urbe, la simplicidad y bajo costo de sus estructuras y el glamour de su vida cultural y de entretenimiento.
Defectos, varios, con acento en algunas falencias del transporte en el traslado de los participantes a los estadios, una austeridad excesiva en la Villa Olímpica y la transmisión de las competiciones por parte de la televisión nacional, casi absolutamente consagrada a la presencia de los deportistas franceses.
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