Ceuta es una ciudad autónoma española, situada en la península tingitana (de Tánger), en la orilla africana del estrecho de Gibraltar, bañada por las aguas del contaminado y en ocasiones proceloso mar Mediterráneo, el mare nostrum de los romanos.
Entre los nadadores maratonistas improvisados figuran cientos de jóvenes que, más temerarios, trataron de bordear los controles establecidos por las autoridades españolas justo para evitar el flujo de migrantes indocumentados procedentes del reino alawita.
Imágenes fílmicas de los telediarios captadas aquí muestran a afanosos policías ibéricos tratando de interceptar a los indocumentados en medio de la espesa niebla que se abatió sobre el estrecho durante la mayor parte del fin de semana y separarlos de los residentes legales que solo aspiraban a darse un chapuzón en su día de asueto.
Aunque el pico de las llegadas de los nadadores fue el domingo pasado, con mil 500 desde el inicio de la estampida marítima de marroquíes el promedio diario de llegadas es de 700, según declaraciones de la representante del gobierno español en Ceuta, Cristina Pérez.
La funcionaria añadió que desde la aprobación en su país de la llamada ley de “rechazos fronterizos”, las autoridades de Ceuta retornan a su país de origen a entre 150 y 200 súbitos marroquíes por día.
En el siglo XIX el nombre de Ceuta junto a los de Melilla, Chafarinas, Fernando Poo y Mahon, fueron sinónimos de prisiones españolas y entre sus reos más ilustres figura el general cubano José Maceo cuyo encierro provocó escándalo internacional por su notoriedad militar ganada en la guerra de independencia de su país.
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