Las minas de oro de Boungou y Wahgnion eran propiedad de la empresa Endeavour Mining que a fines del año pasado acordó venderlas a su similar Lillium por unos 300 millones de dólares, pero semanas atrás acusó a su contraparte de saltarse varios plazos vencidos.
Llium ripostó acusando a Endeavour Mining de escamotear información financiera, situación equivalente a una riña tumultuaria, sin puñetazos, pero con golpes bajos, lo que movió al gobierno militar burquinabé a elaborar una solución digna del patriarca bíblico Salomón: compró ambas minas y asunto concluido,
El acuerdo de compra, por 80 millones de dólares, establece que los contrincantes abandonan sus reclamos lo que garantiza el retorno de la paz empresarial y deja a las autoridades las manos libres para ocuparse de un tema más acuciante, el choque con los grupos islamistas autores de graves atentados.
De paso, las autoridades cumplen parte de su programa de recuperación de recursos nacionales, comenzado desde su llegada al poder tras la cual aumentaron el precio que deben pagar las empresas mineras, nacionales y extranjeras, por el oro y otros minerales que extraen del subsuelo de este pequeño y empobrecido país.
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