Con un total de 81 mil 900 presuntos pandilleros detenidos bajo el régimen de excepción, El Salvador empeña esfuerzos en dar una oportunidad a aquellos que no están implicados en asesinatos cometidos por las maras y en el reclusorio La Esperanza (Mariona) despliega varios programas de rehabilitación y reinserción, y busca la autosostenibilidad de las prisiones.
Un informe que publica este sábado el diario El Mundo señala que esto es parte del «Plan Ocio Cero» del gobierno.
Los reos reciben entrenamiento en diferentes oficios en el penal, situado en la periferia de San Salvador, en un programa reservado a presos comunes y colaboradores de pandillas, pero no a pandilleros, según la reseña que publicó el diario.
Algunos de los que participan en el programa recibieron ya reducciones en sus condenas, por ejemplo, uno que bajó la pena de 40 años en ocho años menos.
Según el director del presidio, Juan José Montano, a diferencia de los colaboradores, los pandilleros no se pueden reinsertar porque forman parte del crimen organizado y la única forma de salir de sus grupos de pandillas es muerto.
Mucha de esta gente, aseveró, se vio involucrada en crímenes por temor las pandillas, por instinto de supervivencia. Esa es la gente que estamos tratando de recuperar y se le está dando como una oportunidad.
A la labor en Mariona se suma que cerca de la ciudad de Santa Ana, unos 70 kilómetros al oeste de San Salvador, funciona además una extensa granja y un gigantesco taller de estructuras metálicas donde trabajan mas de cinco mil presos.
En la actualidad el país sobrepasa los 100 mil detenidos, entre pandilleros y presos comunes, lo cual lo sitúa actualmente con la tasa de encarcelamiento más alta del mundo, con mil 086 personas por cada 100 mil habitantes.
El Salvador tiene 81 mil 900 presuntos pandilleros detenidos bajo el régimen de excepción, que sumados a los recluidos por delitos comunes suman más de 100 mil.
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