Desde su juramentación el primero de junio, el mandatario navega por un mar encrespado en especial por la tensa situación económica y los desgastes de su partido, enfrentado a críticas en el manejo de presupuestos en la Asamblea Legislativa (parlamento), donde es mayoría.
En su mensaje de investidura, Bukele prometió arreglar y sanar la economía, aplicando medidas, medicina dolorosas, según dijo, para proteger el bolsillo de los salvadoreños y atraer importantes inversiones para la generación de empleos.
Hasta ahora, según críticos, poco logró pese a la apertura de 44 agromercados para aligerar los precios de los alimentos y el anunció de una inversión millonaria con una empresa turca, mil 600 millones de dólares, para modernizar los puertos del país.
En el tiempo transcurrido no faltaron anuncios de grandes inversiones que presuntamente con el tiempo convertirán a la nación en un «hub» tecnológico y logístico, referente para la región, generándose con ello fuentes de empleo para los salvadoreños.
En estas primeras 100 jornadas destaca el anuncio del Plan Económico, con el cual Bukele busca, con la primera fase, la sostenibilidad alimentaria, teniendo abiertos 44 agromercados a escala nacional en los que la población encuentra productos con precios justos, combatiendo la especulación, según la versión oficial.
Otras dos fases del proyecto se refiere al plan de desarrollo tecnológico y al proyecto de convertir a el Salvador en un centro de logística regional.
De acuerdo con lo anunciado por el presidente, son seis fases las que componen su proyecto Económico, que está en marcha. Entre tanto continúan ejecutándose importantes planes y estrategias en las áreas de salud, educación, infraestructura pública, turismo, medioambiente y otra, según la propaganda oficial.
Pese a que la actuación del gobierno es reflejada constantemente por una bien articulada campaña de promoción de resultados, algunos analistas estiman que hasta ahora no hay nada concreto y que todo pudiera llegar en el largo plazo.
Un aspecto inexplicable en esta primera etapa es que en el plano estructural, el mandatario aun no nombró oficialmente los integrantes de su gabinete, algo que debió ocurrir al inicio de su mandato, lo cual refleja un aire de inconstitucionalidad porque son los ministros de su anterior gabinete los que firman y accionan en los ministerios sin estar juramentados.
Asimismo, su partido aún no nombró a los nuevos miembros propietarios y suplentes del Tribunal Supremo Electoral, mientras avanza lentamente en la Asamblea Legislativa en el proceso de selección de los integrantes de la nueva Corte Suprema de Justicia.
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