“Tenemos que reestructurar juntos nuestra empresa. La situación es grave”, alegó el negociador de la automotriz, Arne Meiswinkel, quien abogó por encontrar soluciones viables, ante la decisión de la compañía de endurecer su programa de austeridad.
Mientras el sindicato del sector metalúrgico IG Metall reiteró su rechazo a los despidos forzosos y los cierres de plantas, y reclamó un aumento salarial del siete por ciento para los 120 mil empleados de Volkswagen en seis centros de producción en el occidente del país, a la luz de un convenio vigente.
En la planta de Volkswagen ubicada en Sajonia (este) rigen normas distintas, pero la firma también anuló este martes el convenio de seguridad en el empleo.
El negociador jefe de IG Metall, Thorsten Gröger, adelantó que esperan respuestas concretas y solo entonces será posible entablar negociaciones serias.
Al decir de la presidenta del comité de empresa de Volkswagen, Daniela Cavallo, la igualdad de importancia entre seguridad laboral y rentabilidad no es negociable.
Por supuesto, afirmó, actualmente tenemos graves problemas en el lado de la rentabilidad; pero estos “no se pueden resolver utilizando el cierre de plantas como amenaza” ni “lanzando un ataque a gran escala contra los convenios colectivos”.
Para los sindicalistas es apenas el principio de una disputa que “será muy seria”, lo cual podría conducir a posibles huelgas a partir del 1 de diciembre.
“Si es necesario, decenas de miles de personas se plantarán ante las puertas de las fábricas y en las calles de las sedes de Volkswagen”, dijo Cavallo en la ciudad de Hannover antes de comenzar la reunión conjunta.
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