Un total de 36 bailarines brillaron sobre el escenario de la Sala Avellaneda para transmitirle al público, desde el lenguaje del movimiento, la famosa cantata del compositor alemán Carl Orff (1895-1982), en la versión coreográfica de George Céspedes.
La obra está inspirada en una colección de cantos y poemas medievales, escritos en latín, alemán popular y franco.
Dichos poemas hacen gala del gozo por vivir y del interés por los deleites terrenales, por el amor carnal y por el placer de la naturaleza.
Desde su estreno, la versión del coreógrafo cubano conquistó al público y a la crítica allá donde se presenta, muestra de ello es el prestigioso Premio Luna, conferido en México.
Este espectáculo rinde homenaje a aquellas figuras que han aportado, a lo largo de seis décadas y media, al prestigio y excelencia de tan emblemática compañía.
Renovarla, dedicarle gran parte de su tiempo y vivirla con la verdad escénica que la profesión exige, es el sentir de su director, el maestro Miguel Iglesias, Premio Nacional de Danza 2018.
Ha sido una larga historia, construyendo un verdadero movimiento que ha redefinido los lenguajes escénicos en el país: el de la danza moderna, destaca la página en Facebook del formato danzario.
A lo largo de estas décadas, añade, hemos transitado por diversas etapas, pero seguimos siendo la misma compañía que fundó el maestro Ramiro Guerra en 1959.
Danza Contemporánea de Cuba regresará este sábado y domingo al Teatro Nacional, con una puesta en escena que honra 65 años de virtuosismo, arte y movimiento.
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