Recién llegada de la isla después de siete años de estudios en la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), forma parte de los primeros 68 graduados beneficiados con las facilidades dadas por la isla para integrantes de las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, víctimas del conflicto o familias de escasos recursos.
En estos días participa en el XXXIII Encuentro Nacional del Movimiento Colombiano de Solidaridad con Cuba que se desarrolla en el Centro Cultural Gabriel García Márquez de esta capital con la asistencia de más de 100 activistas de toda la nación sudamericana.
En conversación con Prensa Latina, confiesa que nació en Paipa, un municipio del departamento de Boyacá, en el centro-este del Estado neogranadino, cuyas actividades fundamentales son la agricultura y la ganadería.
De lo primero que me comenta es de cuánto amor siente ahora por la mayor de las Antillas, del cariño hacia sus profesores y de los recuerdos imborrables que se lleva de su gente.
“Cuba es un país maravilloso, lleno de compañerismo, amor, y deseos de salir adelante ante las dificultades” resumió.
Relató que fue un cambio duro al principio porque ella procedía de una zona rural y en La Habana tuvo que adaptarse a otra cultura, conoció diversas expresiones religiosas y experimentó otro ritmo de vida.
La joven alabó toda la atención que recibió de sus profesores y el método de enseñanza que, según afirmó, le permitió una superación constante.
“Fue una experiencia gratificante, era mi sueño estudiar medicina, y el hecho de tener interacción con los pacientes desde los primeros años me fortaleció para el final de la carrera que es el internado rotatorio donde ya se juntan las especialidades”, expresó.
Los profes, añadió, siempre están prestos a ayudar o pendientes de si tienes dudas, son compresivos y buscan diferentes alternativas para contribuir con la formación de los estudiantes.
Agradeció además la confianza que depositaron en ella al nombrarla monitora de química, y ponderó la existencia del sistema educativo que da muchas oportunidades de pasar de grado por contar con varias convocatorias de exámenes.
Rodríguez no pudo evitar notar las diferencias entre el sistema de salud de Cuba y el de su propio país.
“En la isla lo primordial es la medicina preventiva y los programas de salud para evitar llegar al extremo que es la atención al enfermo, señaló.
También se tiene un médico de familia que está en tu barrio, en el municipio. Los hospitales se dividen en especialidades, que en Colombia no funciona así, y eso es también una gran diferencia”, afirmó.
Destacó asimismo que la atención fuera gratuita y universal, y enalteció la prioridad que se les da a las mujeres embarazadas y a la primera infancia.
Actualmente, la médica hace los trámites pertinentes para homologar su título, tras lo cual debe hacer el servicio social obligatorio o rural para poder obtener la tarjeta profesional.
Después, acotó, “mi sueño es hacer la especialidad en Pediatría y espero poder hacerla en Cuba, si se me da la oportunidad”.
La joven reiteró una y otra vez el agradecimiento a la nación antillana por acogerla y contribuir a su formación.
“Me llevé cosas muy lindas de Cuba y aunque se está lejos de casa y la familia, si tienes la fuerza de luchar por tus sueños, lo puedes lograr. En Cuba se siente el calor del hogar porque la gente es muy amable. Un punto bueno que destaco es la seguridad en sus calles y de la libertad que en ellas disfruta su gente”, resaltó.
Aunque reconoce que ella y sus compañeros sufrieron las mismas dificultades que la ciudadanía del país experimenta debido al recrudecimiento del bloqueo económico impuesto por Estados Unidos, remarcó que fue una muy buena decisión ir a estudiar allí, y consideró que se trató de una vivencia única que no cambiaría.
Fue una experiencia maravillosa, exclamó, al tiempo que aseguró haberse convertido en un mejor ser humano, gracias a los valores que hicieron parte de su formación profesional, académica y como mujer.
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