Al intervenir en la última jornada del 79 periodo de sesiones de la Asamblea General de la ONU, Jaentschke afirmó que la paz es justicia, convivencia armoniosa, cooperación respetuosa y avance de la libertad, dignidad y la soberanía de los pueblos.
“Pero la Paz aparece hoy como una de las más ardientes fantasías y ensueños. No vivimos caminos de paz, y por supuesto, tampoco conocemos esa paz justa y duradera que pueda verse como el camino hacia un mundo de hermandad, alegría y solidaridad”, expresó.
Según el canciller, no se perciben ni se encuentran respuestas comunes a las fragilidades y dolores de las sociedades, a los abusos y aberraciones, así como a las agresiones de las potencias y al injusto orden mundial.
“En todos los aspectos más bien parece ir asfixiándonos más y más, a pesar de nuestro conocimiento, experiencia, y el espíritu que como seres humanos debemos nutrir, para iluminarnos mejor”, señaló.
El ministro se refirió a las injusticias, la pretensión de supremacía, apetitos de dominio, sometimiento y barbarie, y cómo parece empeorar al perennizar la esclavitud de la humanidad a los sentimientos más innobles como en los tiempos de la colonización.
Mencionó los muertos por las agresiones en el mundo y afirmó que deben pesar en la conciencia de comerciantes y traficantes de guerras apocalípticas impuestas por quienes, a sangre y fuego, arrasan seres, culturas, tierras, esclavizan, crucifican y pretenden hacer la vida a su antojo y conveniencia.
“En esta masacre cotidiana, cuántos pierden o perdemos, y particularmente en la esfera de los sentimientos y emociones más humanas y profundas desde el amor, la fraternidad y la esperanza que los seres Humanos parecemos estar abandonando”, enfatizó.
Agregó que esos valores son víctimas del infierno vendido como paraíso y de las satánicas majestades, las cuales, desconociendo las tragedias impuestas, olvidan el principio elemental y básico de la civilización que debería ser el poder por el bien de todos.
A decir del canciller, los enemigos de la paz pretenden y parecen lograr convertir a los pueblos en el más árido de los desiertos, en términos de esa espiritualidad que no se ve y desconoce y de las fortalezas de la conciencia humana.
En ese sentido, comentó que pese a las agresiones, barbaries, crímenes y arremetidas satánicas e infernales del mal, a los pueblos luchadores sí les queda sus culturas y experiencias espirituales de dignidad y decoro nacional.
“Nadie puede arrebatarnos la certeza de un mundo nuevo. Nadie puede arrebatarnos la realidad de un mundo fraternal, de comprensión, solidaridad y cooperación respetuosa en el presente y para el porvenir de todos”, subrayó.
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