El portavoz de la Presidencia, Nabil Abu Rudeina, denunció en un comunicado la escalada de violencia en los territorios ocupados como consecuencia de los sistemáticos ataques de la vecina nación.
Responsabilizamos al gobierno israelí por el atroz crimen ejecutado anoche en el norteño campamento de refugiados de Tulkarem, subrayó.
Rudeina criticó también el continuo respaldo económico, político y militar de Estados Unidos a su principal aliado en Oriente Medio.
Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) reconocieron la operación y señalaron que el objetivo era un grupo de milicianos, en especial Zahi Yasser Abd al-Razeq, comandante en la zona del Movimiento de Resistencia Islámica.
Según diversos medios de prensa, este fue la primera incursión de aviones de combate israelíes en la Ribera Occidental desde la segunda Intifada (levantamiento, en árabe) hace dos décadas.
Tras el ataque, el movimiento gubernamental Fatah aseguró que la masacre no debilitará la lucha contra la ocupación.
El bombardeo confirma “la escalada del régimen de ocupación como parte de la guerra sistemática de exterminio contra nuestro pueblo”, señaló.
En similar sentido se pronunció el Frente Popular para la Liberación de Palestina, que acusó a las FDI de ejecutar un genocidio planificado.
Por su parte, el presidente del Consejo Nacional Palestino, Rawhi Fattouh, advirtió que “esta sangrienta agresión criminal y ejecución a sangre fría de civiles es un crimen de guerra”.
Es una nueva y flagrante violación del derecho internacional y reafirma la determinación del gobierno de Benjamin Netanyahu de atacar a personas inocentes, apuntó.
Fattouh criticó la incapacidad del mundo para detener las políticas de Netanyahu y de sus aliados de extrema derecha.
Cisjordania amaneció este viernes paralizada tras una convocatoria de las fuerzas y partidos palestinos a una huelga general para denunciar el ataque.
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