Según la administración federal, el beneficio económico del cambio no justifica su adopción.
El ministro de Minas y Energía Alexandre Silveira admitió que hubo celo y cuidado en el debate. Los expertos se reunieron 10 veces en los últimos 45 días para tratar el tema.
«Llegamos a la conclusión de que no hay necesidad para este verano. Tenemos la seguridad energética asegurada. Es el comienzo de un proceso de restablecimiento, aunque muy modesto, de nuestra condición hídrica», afirmó Silveira, quien comunicó que aún se evaluará la posibilidad de adopción en 2025.
El Operador Nacional del Sistema Eléctrico recomendò la vuelta al horario de verano, al alegar que resulta esencial para hacer frente a la crisis hídrica que afecta al gigante sudamericano.
Brasil vive la peor sequía desde 1950 y el reinicio del horario de verano podría ayudar a aliviar la presión sobre el sistema eléctrico, a reducir la demanda y el consumo de energía.
La aridez impactó directamente en los depósitos de las centrales hidroeléctricas.
Con niveles de agua extremadamente bajos, el país recurrió a las centrales termoeléctricas, que utilizan combustibles fósiles, como el carbón.
Tal tipo de producción es más cara y menos eficiente que las hidroeléctricas, lo cual acarreó a un aumento en las tarifas.
El horario de verano tiene el potencial para reducir la demanda energética en un dos por ciento durante la noche.
La etapa es considerada la más crítica para el sistema eléctrico, pues es cuando el consumo alcanza picos.
De acuerdo con el periódico O Globo, la reducción puede significar un ahorro de hasta 400 millones de reales (unos 72 millones de dólares) y aliviar parte de los costos asociados con el uso de las termoeléctricas.
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