“Veo además al Che como un gigante moral que crece cada día, cuya imagen, cuya fuerza, cuya influencia se han multiplicado por toda la tierra» expresó el comandante en Jefe de la Revolución cubana al depositar los osarios del comandante argentino-cubano y un grupo de los combatientes caídos en la guerrilla de Bolivia en 1967.
“No venimos a despedir al Che y sus heroicos compañeros. Venimos a recibirlos. Veo al Che y a sus hombres como un refuerzo, como un destacamento de combatientes invencibles, que esta vez incluye no solo cubanos sino también latinoamericanos que llegan a luchar junto a nosotros y a escribir nuevas páginas de historia y de gloria”, sentenció aquella mañana Fidel Castro.
A las 7:00 a.m hora local, del 17 de octubre de 1997, se le rindió al Che Guevara su última guardia de honor en la Sala Caturla. La encabezaron el Comandante de la Revolución Ramiro Valdés, y el entonces primer secretario del Partido Comunista de Cuba en Villa Clara, Miguel Díaz-Canel, en la actualidad primer secretario del Comité Central del PCC y presidente de la República de Cuba.
Posteriormente los féretros, custodiados por miles de personas a lo largo de la calle Tristá, fueron trasladados hacia el complejo escultórico Ernesto Che Guevara donde Fidel Castro, dentro del memorial, encendió la llama eterna a los combatientes internacionalistas.
Los osarios del comandante Ernesto Guevara habían sido depositados en la sala Caturla de la biblioteca provincial Martí, el 14 de octubre, por cuyo frente desfilaron miles de personas.
Los restos del Che fueron trasladados desde La Habana por toda la carretera Central, después de llegar a Cuba procedentes de Bolivia, el 12 de julio de 1997, tras ser encontrados en la pista de Vallegrande.
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