El mandatario rindió homenaje allí al suboficial y los dos soldados que fallecieron hace un mes tras el atentado del pasado 17 de septiembre, y conversó con las filas apostadas en ese centro castrense.
Según comentó, la fuerza insurgente comete un error al rechazar la mano tendida del Gobierno para que contribuya a la paz.
Remarcó entonces que personas que se dicen integrantes de ese grupo armado decidieron que hay que demorar la paz y esperar al siguiente gobierno, como lo han hecho antes, siempre con malos resultados porque cada vez son más débiles.
A su juicio, el ELN deja de ser cada vez más “la fuerza impulsora de un cambio, de una política, como alguna vez lo soñó el sacerdote Camilo Torres”.
En este punto, expresó que quienes dispararon los cilindros contra el Cantón Militar del Jordán sabían que podían hacer la paz con este Gobierno que, según enfatizó, les tendió la mano, no los engañó, como dicen ellos, sino que está dispuesto a transformar Arauca hasta donde se pueda. Aseguró que cuando no se hace la paz quien pierde es el país.
“Cuando los jóvenes mueren entre sí, cualquiera que sea el uniforme, quien va perdiendo es Colombia; no hay ganador allí, solo hay perdedores. Cada joven enterrado es una derrota del pueblo, cada joven enterrado es una derrota de la patria, porque estamos cortando los árboles que podrían ser frondosos, y muy frondosos”, afirmó.
Antes de su partida, el jefe de Estado escuchó los testimonios de los soldados e hizo seguimiento a las medidas y los planes estratégicos adoptados en materia de seguridad.
También aprovechó para enviar un mensaje de solidaridad a las familias de los uniformados muertos por los sucesos del pasado 17 de septiembre, que catalizaron la decisión por parte del Gobierno de detener las conversaciones con el ELN.
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