Tal distinción concedida por la Unesco, que comparte con La Habana y Santiago de Cuba -en ambos casos en el apartado de Música- reconoció la tradicional labor de artesanos y artistas de la tercera de las siete primeras villas fundadas en Cuba por los españoles.
La condición la recibió la añeja villa el 31 de octubre de 2019, Día Mundial de las Ciudades y se incorporò asì a otras localidades del orbe que integran la Red de Ciudades Creativas.
Un año antes, había recibido el título de Ciudad Artesanal del Mundo, otorgado por el Consejo Mundial de Artesanías.
Fundada en 1514 por Diego Velázquez de Cuéllar, su centro histórico urbano fue declarado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en 1988, junto al Valle de los Ingenios, Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Conocida como Ciudad de Encuentros y Ciudad Museo del Caribe, Trinidad deslumbra por sus trabajos manuales, un arte reflejado en obras de excelente calidad en manteles, tapetes o vestidos, unido al desempeño creativo en la alfarería y el trabajo con fibras naturales.
Como antesala de la conmemoración de ambas distinciones, de julio a octubre se llevó a cabo una jornada de celebraciones impulsada por la Oficina del Conservador de la Ciudad de Trinidad y el Valle de los Ingenios en la cual se promovió una actividad manual.
Julio tomó en cuenta al trabajo con la madera y el metal, a la literatura, la música y la danza, agosto se enfocó en las labores con fibras y semillas, y en la plástica, mientras al trabajo con el hilo y la aguja, y las tradiciones religiosas, estuvo dedicado septiembre.
En tanto, octubre enalteció al barro, donde la familia Santander tiene bien ganado un espacio, y pocos son los visitantes nacionales o foráneos que regresan a sus lugares de origen sin llevar consigo un detalle que les recuerde la magia del barro.
Este mes el agasajo se extendió a la cerámica y a la gastronomía, y en este último aspecto Trinidad también tiene mucho que mostrar con recetas de la cocina típica de la urbe trasladadas de una generación a otra.
Ambas categorías reconocen el acervo cultural y el arraigo de tradiciones de una ciudad que exhibe rincones, plazas y palacetes únicos, unido a llamativos paisajes naturales, y sabe la importancia de preservar su patrimonio material e inmaterial.
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