Publicada por la red de observatorios de seguridad, la investigación contiene fichas del boletín Piel Objetivo: Muertes que Revelan un Patrón, que está en su quinta edición y fueron obtenidas a través de la Ley de Acceso a la Información en nueve estados.
En todos ellos, el patrón es de una proporción muy alta de personas negras muertas por intervención policial: Amazonas (92,6 por ciento), Bahía (94,6), Ceará (88,7), Maranhão (80), Pará (91,7), Pernambuco (95,7), Piauí (74,1), Rio de Janeiro (86,9) y Sao Paulo (66,3).
Para la científica social y coordinadora de la red, Silvia Ramos, los números son escandalosos y refuerzan un problema estructural del país: el racismo contra negros que atraviesa diferentes áreas como educación, salud, mercado laboral, pero que tiene su cara más crítica en la seguridad pública.
«El perfil del sospechoso policial se refuerza en las corporaciones. El agente aprende que debe tratar diferente a un joven blanco vestido de traje en la ciudad y a un joven negro con pantalones cortos y zapatillas en una favela (conjunto de viviendas populares construidas de forma irregular y precaria)», señaló.
Según Ramos, la cuestión es que el 99,9 por ciento de los jóvenes negros de las favelas y periferias están en bermudas y pantuflas, y todos pasan a ser vistos como peligrosos y como posibles objetivos que la policía, si lo necesita, puede matar.
Bahía es la unidad de la federación con la policía más letal, con mil 702 muertes, en el análisis por estados. Este fue el segundo mayor número registrado desde 2019 entre todas las divisiones territoriales monitoreadas.
A continuación, se ubicaron Río (871), Pará (530), Sao Paulo (510), Ceará (147), Pernambuco (117), Maranhão (62), Amazonas (59) y Piauí (27).
«Lo que vemos en Bahía es una escalada. Desde que la red comenzó a monitorear el estado, ha habido un aumento del 161 por ciento en muertes. De 2019 a 2023, ocurrió lo siguiente dentro de la policía de Bahía: en lugar de frenar el uso de fuerza letal, hubo aliciente», precisó la científica social.
Apuntó que, si los policías matan mucho, reciben felicitaciones de los comandantes e incentivos institucionales, la tendencia es que ese tipo de acción sea cada vez más estimulada.
También el estudio destaca que la juventud es la parte de la población más víctima por la policía, principalmente en el grupo de edad entre 18 y 29 años.
Cita el estado de Ceará como ejemplo negativo, donde este grupo representa el 69,4 por ciento del total de muertos. Aún más grave es el dato que indica que, en todos los territorios analizados, 243 de las víctimas eran niños y adolescentes de 12 a 17 años.
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