Según la investigación, las células de tejidos no neuronales también responden con mayor fuerza y persistencia cuando reciben señales químicas espaciadas y este cambio de estado molecular representa un equivalente a la «memoria» que las neuronas activan cuando detectan patrones de información en el cerebro.
Dicho proceso se asocia con la activación de proteínas cruciales para la memoria, como CREB y ERK, cuya inhibición interfiere con la capacidad de la célula para responder al estímulo espaciado, señala el texto.
Con ese hallazgo, los expertos sugieren que la memoria no depende exclusivamente de circuitos neuronales complejos, sino que puede estar incrustada en las dinámicas de señales químicas y proteicas comunes en distintos tipos de células.
Para comprobar su hipótesis, los científicos replicaron uno de los principios de la formación de memoria, el llamado «efecto de espaciado» en dos tipos de células humanas no neuronales.
De esta forma, expusieron a las células a pulsos espaciados de señales químicas y descubrieron que tal como hacen las neuronas, estas células podían «recordar» y responder de forma diferente cuando los estímulos se aplicaban de manera intermitente en vez de continua.
“Saber las formas en las cuales funcionan estos “recuerdos celulares” podría ayudarnos a mejorar tratamientos y desarrollar terapias innovadoras para abordar problemas de aprendizaje y trastornos de la memoria”, puntualiza el estudio.
Revela, además, que si todas las células poseen una especie de “memoria”, en el futuro sería posible usar esa cualidad en el entrenamiento de células de órganos vitales a fin de que respondan mejor a ciertos patrones o tratamientos.
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