La cita quedó inaugurada oficialmente anoche en el Museo Pumapungo y allí el presidente anfitrión, Daniel Noboa, dio la bienvenida a los asistentes.
En la ceremonia de apertura, Noboa se refirió a los retos que enfrentan los países de la comunidad, como el combate al crimen organizado transnacional, el cambio climático, la inclusión laboral de los jóvenes y el acceso a la educación.
“Con esfuerzos coordinados podremos convertir nuestras diferencias en fortalezas”, expresó Noboa, quien afirmó que su Gobierno ha trabajado para sacar adelante el evento “a pesar de todos los problemas y conflictos internos y externos”.
Para la jornada de este viernes está prevista la adopción de la Declaración de Cuenca y el traspaso de la secretaría pro témpore iberoamericana a España.
Si bien hay 19 delegaciones presentes de las 22 convocadas, esta es la Cumbre de menor concurrencia de líderes desde que iniciaron esos eventos en 1991.
Apenas llegaron a Cuenca el rey de España, Felipe VI; el presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, y el jefe del Gobierno de Andorra, Xavier Espot.
Noboa es el único gobernante latinoamericano presente.
“Una cumbre se define por la presencia de jefes de Estado. Sin eso, se llama reunión. Esta vergonzosa situación es el resultado del absoluto descalabro de nuestra política exterior, y de un presidente que se ha vuelto el hazmerreír de la comunidad internacional”, señaló el excanciller ecuatoriano Guillaume Long.
En su opinión, la ausencia masiva de líderes es consecuencia del asalto a la embajada de México en abril pasado.
A esto se suma, según analistas, la crisis multidimensional que sufre Ecuador, con prolongados cortes de electricidad, inseguridad, desempleo y otros problemas.
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