Según reportes de las autoridades, tres personas se encuentran heridas y numerosos residentes desplazados, por temor al fenómeno atmosférico, ahora carecen de herramientas para preparar alimentos y acceso a agua potable.
El presidente filipino, Ferdinand Marcos Jr., se comprometió a ayudar a los evacuados y mantener las operaciones de rescate en áreas aisladas, tras estos días complejos.
Man-yi tocó tierra el pasado domingo como supertifón, con vientos de hasta 185 kilómetros por hora, y perdió intensidad mientras cruzaba la isla norteña de Luzón, la más grande y poblada del archipiélago.
Además, afectó la isla de Catanduanes y, la víspera, aún mantuvo en alerta a todo el norte de esta capital.
Entre sus consecuencias se reportan inundaciones, deslizamientos de tierra, muchas casas dañadas, bloqueos de vías por montones de escombros, árboles y techos caídos y cientos de miles de albergados.
Teniendo en cuenta los extensos daños ocasionados a los postes de servicios públicos, las autoridades de Catanduanes advirtieron sobre la posibilidad de que los cortes de energía duren meses.
Man-yi se convirtió en el sexto ciclón que pasa por Filipinas en menos de un mes, algo llamativo para numerosos científicos por el corto período de tiempo entre un fenómeno y otro.
El archipiélago se encuentra en un área del océano Pacífico propensa al surgimiento de tormentas y otros sistemas atmosféricos de mayor intensidad, pues al menos unos 20 fenómenos se registran cada año en la zona, pero nunca habían coexistido tantos al mismo tiempo, afirman expertos.
La propia Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, por sus siglas en inglés), de Estados Unidos, reconoció en un reciente informe que detectó una situación inusual en la cuenca del Pacífico en noviembre.
Filipinas todavía no se había recuperado del paso de la tormenta Trami, el tifón Yinxing, el supertifón Kong-rey y los tifones Toraji y Usagi, cuando se anunció la amenaza del supertifón Man-yi.
Los tres primeros fenómenos mencionados dejaron un saldo general superior a los 160 muertos y los perjuicios materiales resultan incalculables, algunas provincias han declarado estado de calamidad y en muchas zonas se reporta una destrucción generalizada de cultivos y pérdida casi total del ganado.
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