“Tengo la esperanza de que la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza pueda tener un impacto significativo en los esfuerzos globales para combatir el hambre y la pobreza”, manifestó el Sumo Pontífice en referencia a esa iniciativa, lanzada la víspera en la primera sesión de ese foro internacional.
En tal sentido, apuntó, “la Alianza podría comenzar implementando la propuesta de larga data de la Santa Sede, que exige redirigir los fondos actualmente asignados a armas y otros gastos militares, hacia un fondo global diseñado para abordar el hambre y promover el desarrollo en los países más empobrecidos”.
“El hambre es criminal y la alimentación es un derecho inalienable”, reafirmó Francisco en esa misiva, leída la víspera, ante los delegados, por el cardenal Pierto Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede.
Condenó el hecho de que “mientras continuamos con nuestras disputas semánticas o ideológicas, permitimos que nuestros hermanos y hermanas mueran de hambre y de sed” y recordó lo señalado en su Carta Encíclica Fratelli Tutti de que la política debe hacer de la eliminación de ese flagelo “uno de sus objetivos más importantes e imperativos”.
“Cuando la especulación financiera manipula el precio de los alimentos, tratándolos como una mercancía más, millones de personas sufren y mueren de hambre”, mientras se tiran toneladas de comida, expresó.
Calificó como una paradoja el hecho de que, por un lado, más de tres mil millones de personas carecen en el mundo de acceso a una dieta nutritiva, y por el otro, casi dos mil millones padecen sobrepeso u obesidad debido a una mala nutrición y a un estilo de vida sedentario.
“Los conflictos armados que presenciamos actualmente no sólo son responsables de un número significativo de muertes, desplazamientos masivos y degradación ambiental, también están contribuyendo a un aumento de la hambruna y la pobreza”, y es de suma importancia que el G20 “identifique nuevas vías para lograr una paz estable y duradera”.
“La aceptación silenciosa del hambre por parte de la sociedad humana es una injusticia escandalosa y una ofensa grave”, enfatizó, y consideró que “quienes, mediante la usura y la avaricia, provocan el hambre y la muerte de sus hermanos y hermanas de la familia humana, están cometiendo indirectamente un homicidio que les es imputable”.
Las medidas para enfrentar en el mundo el hambre y la pobreza “deben emprenderse de manera conjunta y colaborativa, con la participación de toda la comunidad internacional”, y su implementación “requiere un compromiso concreto de los gobiernos, las organizaciones internacionales y la sociedad en su conjunto”, agregó.
El papa Francisco manifestó en sus palabras dirigidas a esa cumbre internacional que “tengo la más sincera esperanza de que los debates y los resultados de este evento contribuyan al avance de un mundo mejor y un futuro próspero para las generaciones venideras”.
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