Aunque cuatro de los cetáceos murieron en la costa norte del país, el grupo solo pudo superar el peligro gracias a la voluntad demostrada por cientos de neozelandeses que ayudaron a reflotarlas hasta con sábanas.
“Esta respuesta demuestra la profunda conexión que todos compartimos con nuestro entorno marino”, señala el Departamento de Conservación mediante un comunicado.
El portavoz de esa entidad, Joel Lauterbach, calificó de asombrosa la oportunidad de ser testigo del genuino cuidado y la compasión que las personas han mostrado hacia estos magníficos animales.
El fallecimiento de cuatro de las ballenas motivó este lunes la realización de una ceremonia cultural maorí, pues los pueblos indígenas de Nueva Zelanda consideran a estos mamíferos un tesoro sagrado de significado cultural y espiritual.
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