La primera acción se efectuó con varios misiles disparados desde zonas desérticas contra el enclave del Pentágono establecido en las instalaciones del campo gasífero de Koniko en el norte de la provincia de Deir Ezzor, ubicada a unos 450 kilómetros al nordeste de Damasco.
Según las fuentes, el ataque afectó un centro de entrenamiento de la milicia separatista proestadounidense FDS, y luego se vieron helicópteros sobrevolando el lugar.
Otro ataque con drones de asalto apuntó contra la base de Tanef en la frontera siria con Iraq y Jordania.
Aún no hay informaciones sobre si los ataques dejaron pérdidas materiales o humanas.
Según reconoció el Departamento de Defensa de Estados Unidos, desde octubre del 2023 fueron lanzadas 125 acciones contra los enclaves de Estados Unidos en Siria, y fueron reivindicadas por la Resistencia Islámica Iraquí, aliada del ejército sirio en la lucha contra el terrorismo y la ocupación.
La referida entidad asegura que sus acciones forman parte del enfoque de resistencia al ocupante y en respuesta al apoyo estadounidense al genocidio que comete Israel contra el pueblo palestino en la Franja de Gaza.
Washington mantiene unas 15 bases en territorio sirio sin el consentimiento del Gobierno de Damasco, ni la aprobación de las Naciones Unidas.
Siria denunció repetidamente esta presencia, la que calificó de ocupación, y aseguró que la actuación de los militares estadounidenses en el territorio nacional incentiva la actividad terrorista y apunta a desestabilizar el país y saquear sus riquezas.
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