Tal porcentaje apareció en un informe preliminar de la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT), con datos del mapa anual sobre conflictos en el campo, realizado por la organización junto con el Centro de Documentación Dom Tomás Balduíno.
Valéria Santos, coordinadora nacional de la CPT, afirmó que solo en el bioma Cerrado (la sabana más rica en biodiversidad del mundo), se identificaron cinco tipos de agrotóxicos altamente contaminantes en las aguas de cisternas y cacimbas (excavación poco profunda para obtener agua) utilizadas por comunidades rurales, quilombolas (afrobrasileños) e indígenas.
Además de este envenenamiento silencioso, Santos advirtió sobre el uso de agrotóxicos como armas químicas contra estas comunidades y como forma de expulsarlas de sus territorios.
«En 2021 y 2022, hubo un ataque químico en una comunidad en Buruticupu, estado de Maranhão (nordeste), donde se pulverizó agrotóxico. Entonces varias personas se quemaron la piel, con picazón”, recordó la coordinadora.
Santos certificó que, incluso, en los lugares que no son directamente afectados por la pulverización aérea de veneno, las colectividades enfrentaron dificultades para el cultivo de alimentos por el nivel de contaminación del suelo, agua y aire, lo cual agrava la situación de inseguridad alimentaria de la población.
«El agrotóxico no cae solo sobre ese cultivo de la monocultura, termina yendo a los de las comunidades o a los patios y quema las plantas. Entonces el personal está con mucha dificultad para cosechar frutos sanos o hacer la cosecha de otros alimentos que no sea soja», apuntó.
Denunció que las personas hablan de una tendencia a un crecimiento exorbitante de la violencia contra las personas, «provocada por lo que llamamos guerra química».
Alan Tygel, integrante de la Campaña Permanente Contra los Agrotóxicos y por la Vida, ponderó el trabajo de la CPT en levantar los datos, fundamentales para arrojar luz sobre estas realidades, a menudo invisibles.
«Resulta necesario reconocer la magnífica importancia de la labor que la CPT viene haciendo desde hace más de 40 años en la sistematización de los conflictos en el campo en Brasil», razonó Tygel.
Este es un síntoma gravísimo de este problema histórico que tenemos con respecto a la tierra. «La falta de una reforma agraria y el avance del modelo de la agroindustria, automáticamente generan ese nivel de violencia en el campo», subrayó.
Según el informe de la CPT, la mayoría de los casos (156) ocurrieron en Maranhão, donde las comunidades sufren las graves consecuencias de la pulverización aérea de veneno.
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