Ejerceré mi mandato hasta su término (en 2027), afirmó el jefe de Estado en una alocución al país en el escenario de una crisis política sin precedentes, ya que por primera vez desde la creación de la V República, en 1958, un primer ministro se ve obligado a dejar su cargo derrocado por el Parlamento.
Algunas voces desde la izquierda y la extrema derecha, las fuerzas que ayer juntaron votos en el hemiciclo para censurar a Barnier, reclaman la dimisión del presidente, acusándolo por la situación imperante, después de que en junio disolviera la Asamblea Nacional.
Macron aceptó esta mañana la renuncia del primer ministro, por cuya caída atribuyó la responsabilidad al partido de extrema derecha Agrupación Nacional, que respaldó en la cámara baja la moción presentada por el Nuevo Frente Popular, integrado por insumisos, socialistas, ecologistas y comunistas.
El mandatario prometió que en los próximos días designará al reemplazante de Barnier y le encargará formar un gobierno de interés general, que represente a todas las fuerzas políticas dispuestas a participar o que al menos se comprometan a no censurarlo.
Respecto al presupuesto del Estado para el 2025, marginado tras la caída del gabinete, adelantó que a mediados de diciembre será entregado al Parlamento un proyecto de ley especial de gastos.
Los franceses no pueden pagar las consecuencias de esta censura, dijo Macron, insistiendo en sus críticas contra los extremos, de derecha y de izquierda, por sumir al país en “el desorden”.
Los dos bloques que apoyaron la moción en la Asamblea Nacional, acusaron a Barnier de mantener las políticas de Macron y de promover un presupuesto con medidas austeras que hubiesen impactado el bolsillo de los sectores más vulnerables y de la clase media.
El malestar opositor aumentó aún más el lunes, tras la activación por el primer ministro del artículo 49.3 de la Constitución para aprobar sin el voto parlamentario el presupuesto de la Seguridad Social.
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